miércoles, 23 de abril de 2014

DÍA INTERNACIONAL DEL LIBRO, 2014



Todos somos Robinsón 

Escribir un libro es inventar una isla desierta, modificar con un 
punto apenas perceptible el mapa de los sentimientos, de las emociones 
humanas, para desear fervientemente un naufragio, la llegada de ese 
Robinsón desnudo y desarmado que somos todos los lectores cuando 
abrimos por primera vez un libro. 
Yo he creado algunas de esas islas, pero he colonizado 
muchísimas más. He nadado centenares, quizás miles de veces, hasta el 
barco, y he vuelto remando, con madera, con lienzos, con comida, con 
armas y municiones para defender mi casa. Y en muchos de esos viajes, 
un grano de trigo ha caído en la tierra sin que yo me diera cuenta, y el 
sol y la lluvia lo han hecho germinar, y ha crecido una espiga para que 
yo pudiera cosecharla, y molerla, y fabricar por fin mi propio pan, un 
pan que me ha alimentado mucho más que las tostadas que desayuno 
todos los días. Yo he aprendido muchas más cosas en los libros que en 
la vida, y he sido feliz, y desgraciada, y me he reído, y he llorado, y me 
he asustado, y me he emocionado, y me he enamorado, y me he 
desenamorado muchas más veces, porque los libros viven, laten, 
palpitan con su propio corazón. La literatura es el telar donde Penélope 
teje cada día con los hilos de la vida humana el sudario que desteje cada 
noche para empezar otra vez, apenas sale el sol, desde hace miles de 
años.