
Un reo de asesinato espera ser ejecutado. Una mujer que ha
estado escribiéndole cartas de amor contacta con dos periodistas
y les asegura que es inocente. Con métodos periodísticos no siempre
ortodoxos, llevan a cabo un reportaje y consiguen que el caso se
revise. Pero quedan demasiados cabos sueltos, los pantanos
devuelven cadáveres y es difícil vivir sabiendo
que no se ha actuado con ética... Una inmersión en la
violencia, una visión inmisericorde de un periodismo sin escrúpulos.
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PHILIPPE CLAUDEL, La nieta del señor Linh, ed. Salamandra
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THOMAS WOLFE, El niño perdido, ed. Periférica

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AUGUST STRINDBERG, El salón rojo, ed. Acantilado
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ROBERTSON DAVIES, Mantícora, ed. Libros del Asteroide
La misteriosa muerte del magnate
canadiense Boy Staunton -al que han encontrado ahogado
dentro de su coche en el fondo del puerto de Toronto- ha
trastornado a su hijo David, quien al contrario que la policía, está
convencido de que su padre fue asesinado. Decidido a librarse de su
obsesión, David viaja a Zúrich para psicoan alizarse en
el Instituto Jung. Obligado por los psiquiatras a indagar en su
memoria, David irá sacando a la luz una extraordinaria galería de
personajes y recuerdos que le permitirán enfrentarse con sus propios
demonios y, sobre todo, con la memoria de su padre. Aunque puede ser
leída de manera independiente, esta novela constituye la
segunda parte de laTrilogía de Deptford, trasEl quinto en
discordia/i. Esta vez Davies se adentra en las regiones más
profundas de la mente humana, en aquellas donde se agazapan nuestros
monstruos. A través de los laberínticos túneles de la historia, el
mito y la magia, laTrilogía de Deptfordproporciona un estimulante
antídoto contra un mundo donde, por decirlo en palabras del autor,
«el miedo, el terror y el esplendor de lo maravilloso han
desaparecido»
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THOMAS WOLFE, Una puerta que nunca encontré, ed. Periférica
A pesar de haber
sido escrita antes que El niño perdido, William Faulkner (uno de los
grandes lectores de Wolfe) consideraba Una puerta que nunca encontré
«su continuación natural».Aparece también aquí el hermano
perdido, aunque son otros los verdaderos protagonistas de la novela:
el padre muerto y la casa familiar; los rudo s conductores que
atraviesan Estados Unidos de noche con sus camiones repletos de
mercancías y un millonario harto de su acomodada vida; los
espléndidos y singulares estudiantes de una universidad inglesa y un
misterioso personaje que, inmutable, observa cada día el mundo tras
una ventana
Pero, sobre todo, «protagoniza» estas páginas
extraordinarias el narrador, un Thomas Wolfe que, como él mismo
confesaría, dibujó aquí todo su entusiasmo, toda su confusión y
todos sus anhelos juveniles (sin saber que moriría poco después, y
aún joven).Octubre de 1931, de 1923, de 1926, el mes de abril de
1928: un viaje en el tiempo por las estaciones clave en la naturaleza
del país y por cuatro momentos esenciales en la vida del autor que
muchos lectores reconocerán como parte de su propia vida.
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JEAN ECHENOZ,14, ed. Alfaguara
¿Cómo escribir sobre la Gran Guerra, la primera
guerra «tecnológica» del siglo XX, y la puerta, también, a medio
siglo de barbarie sin precedentes? Echenoz se enfrenta a
un nuevo reto literario que supera con maestría. La
certera pluma del escritor avanza junto a los soldados en sus largas
jornadas de marcha por los países en guerra y acompaña
a cuatro jóvenes de la Vendée, Anthime y sus amigos, en
medio de una masa indiscernible de carne y metal, de proyectiles y
muertos. Pero también nos cuenta la vida que continúa, lejos de las
trincheras, a través de personajes como Blanche y su familia. Y todo
ello sin renunciar a esa sutil ironía que caracteriza su escritura,
condimento imprescindible de un relato apasionante.
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THOMAS WOLFE, Una puerta que nunca encontré, ed. Periférica
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JEAN ECHENOZ,14, ed. Alfaguara

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