viernes, 6 de mayo de 2016

Acoso escolar, Luis Antonio de Villena

No pudo haber foto: es mi memoria la imagen viva…
Pero acaso hubiese sido esa foto imposible, terrible y
aleccionadora y al final (hubo final) testigo de ternura…
Yo vi cómo te sacaban de la tienda en aquel oscuro campamento
viril, entre el viento áspero del monte, mientras la luna dulce
brillaba en tus piernas desnudas. Te habían dejado en calzoncillos
y llevabas el pelo revuelto y los ojos oscuros… Debí pensar:
tengo que ayudar a Iván como él me ayuda, pero me quedé
quieto, paralizado, cobarde, estúpido. ¿Yo era un hombre? Sólo
pensé con temblorosa fragilidad: Es raro. Ves, no llora. Porque
ellos gritaban e insultaban entre risas chabacanas, pero tú,
casi desnudo, te dejabas arrastrar, asumías el esplendor y
la belleza de la víctima. Te llevaron junto al estanque aquel,
sucio, verdinoso, y te violaron los cinco. Gritaste, nada más.
Luego aquellos salvajes bestiales e inocentes como tantos,
eyacularon entre palabros y penumbra sobre tu cara… Tu rostro
hermoso, Iván, tus labios carnosos que deseaban en miserable
silencio. ¿Silencio? No más infame o nefando que el mío…
Te dejaron entre aquellos helechos, pringoso, herido, desnudo. Sólo
una hora después me atreví a acercarme, sin ruido. Sentí que
te asustabas. Sonreí. Llevaba agua y una toalla limpia. Bajo la gran
luna inmisericorde, te fui limpiando lentamente y noté tu abandono,
tu cansancio, aquella belleza excelsa que hoy me hace pensar en
el lienzo de un mártir con el cuerpo blanco y los muslos duros…
Sentí el placer con que te abrías (leves gemidos) para dejarte
limpiar, hasta que pude ponerte el calzón y la blanca toalla
por encima… Entonces te acaricié el pelo. No lo pude evitar,
fue un tirón, algo ígneo, el sobresalto de la vida, y tú mismo
llevaste  mis manos a tu cuerpo y me besaste despacio. Tu boca sabía
a sangre pero he oído que la sangre es dulce… Eras tan hermoso
que yo sentía miedo. Dijiste: Por favor, avisa a un coche, un coche
desde la casa del guarda, abajo. Lo hice. Supe que denunciaste
todo aquello y te marchaste de la ciudad, imposible para ti.
Amigo mío, mi hermano, extraño amor… Lo entiendo. Nunca supe
más, ni ellos tampoco. En mi recuerdo, Iván,  tu cuerpo fulge en
una cálida luna, me iluminas y sé que no hay felicidad, ni paz,
ni bien, ni humanidad, ni fraternidad. Es mentira todo. Menos tu belleza.
(Iván, dios de los gemidos, alma del muslo,  los labios secretos…)


Imágenes en fuga de esplendor y tristeza

No hay comentarios:

Publicar un comentario